En la medida que transitamos por la vida enfrentamos muchos cambios en nuestro proceso de desarrollo personal, lo que nos lleva a realizar permanentemente ajustes e implementar nuevas estrategias de funcionamiento para lograr adaptarnos a la nueva etapa que nos toca vivir. Por otro lado, cuando estamos en este proceso, los seres humanos nos cruzamos con un otro que nos gatilla intensas emociones que llevan al disfrute y el querer estar con esa persona y, si esta experiencia es mutua, entonces podemos avanzar juntos en este caminar por la vida.
Para consolidar esta relación de pareja, no basta con sentirnos enamorados y decidir avanzar juntos por la vida, también nos obliga a reconocer que esa persona ha recorrido otros caminos, por lo tanto, trae consigo sus propias experiencias de vida y aprendizajes, que lo más probable, lo hacen tener visiones diferentes frente a como se funciona en la vida, y esas experiencias también probablemente lo han llevado a tener transiciones distintas a las que ha experimentado la otra persona. Por ende, estas trayectorias de vida se deben aceptar y validar para lograr construir una vida en común. Así, el construir la relación de pareja es muy similar al proceso de cimentar un edificio, en el sentido que si no tienes buenos pilares, el edificio se puede caer en algún momento. Si se logran instalar pilares sólidos en una relación de pareja, como lo son la comunicación, el amor, la confianza y los puntos en común que le dan sentido a esta unión, entre otros, es posible que se consolide una relación sólida y difícil de derrumbar en el tiempo.
Si una pareja logra sortear las diferencias que se dan al inicio, mediante procesos de negociación y búsqueda de los acuerdos necesarios, harán desaparecer o aminorar estas diferencias, lo que garantizará una sana convivencia entre ellos y la permanencia en el tiempo, puesto que una relación de una pareja es ante todo, interacción, dar y recibir a cambio y, en este dinamismo se encuentra la raíz del disfrute y la armonía que une en el tiempo a dos personas.
En este caminar con el otro debemos entender que vivir en pareja implica respetar las diferencias que tenemos como seres humanos e intentar hacer un esfuerzo por encontrar un punto de encuentro con el otro donde se armonicen posiciones. De este modo, nos sometemos a nuestras propias capacidades de flexibilizar nuestras posiciones y como pensamos que son las cosas o como deben ser realizadas.
Por eso que parte de nuestro caminar en pareja consiste en ir coordinando y re coordinándonos, ya que vamos evolucionando en nuestros modos de percibir las cosas y la manera de funcionar que tenemos, en muchas de estas visiones se coincide sin siquiera conversarlas, pero también aveces encontramos diferencias en como percibimos o abordamos cada uno de los desafíos que enfrentamos a diario, lo que nos lleva a confrontar nuestras posiciones, nos puede llevar a conversar, ceder en algunos casos o renunciar a nuestra mirada si la posición del otro está mejor posicionada o argumentada, así el coordinarnos o negociar y en este proceso podemos resolverlos fácilmente llegando a un consenso o en caso contrario, podemos gatillar un conflicto con la pareja, que puede entramparnos transitoriamente sino somos capaces de ceder o volver a coordinarnos.
Pero también sabemos que si no se consolida esta relación, aparecerán probablemente las discusiones y los conflictos en esta dinámica, ya que comienzan a distanciarse, mantenerse permanentemente enojados con el otro y en este proceso surge un espacio en la dinámica de la pareja que puede ser llenado, por ejemplo, por un tercero, y de este modo la pareja debe enfrentar el conflicto de la infidelidad, que algunas parejas logran sortear y recuperar la relación de pareja. Otros de los conflictos que suelen enfrentar las relaciones de pareja, consiste en mezclar las problemáticas que se enfrentan en la relación que establecen como padres de familia.
Dicho de otro modo, el sistema tiene dificultadas y conflictos que le son propios, se experimentan emociones, conversaciones y acciones que solo se dan en una relación entre dos y que son muy distintas a las emociones, conversaciones y acciones que se dan entre los distintos miembros que conforman una familia.
Todas estas dificultades y otras problemáticas que suelen enfrentar las parejas, son posibles de ser abordadas en una terapia de pareja.
MARCELA TRONCOSO E.
Psicóloga Clínica, Terapeuta Familiar
y de Pareja.